Sé que tú estás bien donde estás. Eso no lo dudo. Pero por
aquí, las cosas son diferentes desde que ya no estás. Puede que no me acuerde a
menudo. Pero hay fechas señaladas en las que me sería imposible no hacerlo.
He crecido a tu lado, y aunque nunca hemos estado especialmente
unidas, noté y noto tu vacío. Cada vez es menos extraño, pero al principio
costó acostumbrarse. A no escuchar tus frases, oír tus madrugadores
despertares, tus comidas y meriendas, la casa… Me gustaría recorrerla de nuevo,
ver quien vive allí, como están el pasillo y las habitaciones. Cada vez que me
acerco por esa zona me siento diferente. Todo es familiarmente distinto.
He aprendido mucho de ti, directa e indirectamente. Y había momentos
que no nos entendíamos, también la edad del pavo tuvo la culpa. Pero supongo
que nunca llegué a pronunciar un “gracias” y mucho menos un “te quiero”.
Gracias, porque creo que me enseñaste muchas más cosas de
las que aun no me he dado cuenta que sé.
“En el rostro está todo. Está tu historia, están tu padre,
tu madre, tus abuelos y bisabuelos, tal vez incluso algún tío lejano del que ya
nadie se acuerda.”
Una cancion que me recuerda a ti
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